martes, 4 de octubre de 2011

El Líder Condenado


He arrasado la ciudad de Edén,
sus pináculos y rascacielos en llamas
y su millonario rey es mí ren,
mis discursos fueron las palabras ácidas
que no dejaron oponente en pie.

Las lágrimas no se derramaron por mí piel,
probaron mis entrañas su sabor
y arrastré mí alma a senderos que no sé
mientras vaciaba todo el cargador
de mí fusil sin pensar,una y otra vez.

Mis ideales mutaron a venganza
y ahora por dentro albergo la furia
que inclinó en Edén la balanza
hacia un camino plagado de penuria,
y desde el monte veo las llamas
y la sangre tiñe las calles de rojo rubí,
y es que el progreso amplifica
también brutalmente los resultados de herir.

Quemados esqueletos de colosos,
cuan voluble y frágil era su esplendor,
rápido sus habitantes orgullosos
ante los obuses profirieron su temor
y la noche acogió todos sus sollozos.

No hay ya grandes sueños de victoria
para el condenado señor de la guerra
pues el horror ha perdido su alma.
¡Un coro de fantasmas ronda su cabeza!

¡Mí alma!¡Ahora quiero mí alma!
Cuanto más grandes son las llamas de la ciudad
más siento huír por una ventana
en mi cuerpo,mí ensuciada humanidad.
De hierro es mí expresión,mí fachada
pero por dentro soy un ser humano roto

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